Imagínate que te cuelas en un banquete. Uno enorme. Donde hay comida en abundancia por todas partes. Comes, comes y comes. Comes tanto que sin darte cuenta has duplicado o triplicado tu peso. No puedes más. Es hora de escabullirse, piensas, pero, ¿crees que podrías hacerlo? Has doblado tu peso así que serías lento, arrastrarías la barriga, lo más posible es que te derrumbases. Pero si fueses un mosquito, no. De ser un mosquito echarías a volar sin problemas tras el banquete, y lo más importante de todo, saldrías volando sin ser detectado.

Para un mosquito es tan importante el detectar una posible fuente de alimentación, de lo que hablamos en otra entrada, como picar y despegar sin ser detectado. De poco le sirve haberse llenado de sangre si al final es detectado y eliminado. Lo cierto es que un mosquito hembra es capaz de doblar o triplicar su peso tras alimentarse y, sin embargo, consiguen marcharse sin que en la mayoría de las ocasiones el huésped se dé cuenta.

 

¿Cómo evitan ser detectados?

Hace un par de años un equipo de investigadores de la Universidad de Wageningen (Holanda) y de la Universidad de California, Berkeley (Estados Unidos) se plantearon esta misma pregunta, y para resolverla decidieron grabar la maniobra de despegue de varios mosquitos, usando para ello cámaras de alta velocidad.

Lo que se plantearon no era una tarea fácil. Tuvieron que filmar 600 mosquitos Anopheles coluzzii para poder obtener al final unas cuantas secuencias de calidad con las que estudiar sus movimientos. Al final pudieron analizar el despegue de 32 mosquitos que se habían alimentado e intentaban despegar con el abdomen lleno de sangre y 31 mosquitos no alimentados.

Del análisis de las imágenes descubrieron que los mosquitos usan una técnica de despegue distinta al de las aves u otros insectos. Tanto las aves como las moscas, usan primero sus patas para propulsarse mediante un salto antes de empezar a batir sus alas. Esta toma de impulso hace que notemos cuando una mosca nos deja. Sentimos la presión de sus pequeñas patas haciendo fuerza para saltar sobre nuestra piel.

 

Los mosquitos tienen un mecanismo de despegue diferente. Aceleran el movimiento de sus alas de manera espectacular, hasta alcanzar los 600 aleteos por segundo (ver vídeo original de Mujire et al. 2017, Journal of Experimental Biology 220: 3751-3762). Una velocidad de aleteo que es aproximadamente tres veces más rápida que la de la mayoría de insectos de los que se tienen datos hasta la fecha.

Una aerodinámica única

También han observado que durante este aleteo un mosquito cambia el ángulo de las alas (Fig. 1). Un estudio anterior, publicado ese mismo año, había conseguido desvelar la aerodinámica del vuelo de los mosquitos, describiendo las fuerzas que empujaban y proyectaban al mosquito en su vuelo. Un mecanismo basado en rotar el ala a lo largo del aleteo, de manera que esos cambios de ángulo permite al ala “empujar” aire durante una mayor distancia. Como si fuesen remos. Estos movimientos le proporcionan más de la mitad de la fuerza necesaria para despegar (64%). Un pequeño salto y se ha ido sin que nos enteremos.

aerodinámica del vuelo de un mosquito tigre España

Fig. 1. Secuencia del aleteo de un mosquito en el cual se aprecia un cambio en el eje de rotación (punto verde). Las flechas azules indican el movimiento local del ala durante el impulso, la flecha roja indica el vector de fuerza aerodinámica resultante. Figura inspirada en el original de: Bomphrey et al. (2017) Nature 544: 92-95. Fuente: Mosquito Alert ((CC-BY-NC-2.0)

 

Ahí la anatomía de sus piernas juega un papel importante. Sus piernas largas permiten que la fuerza pueda extenderse a lo largo de su longitud. La presión que ejercen para propulsarse hacia arriba se distribuye a lo largo de las piernas, haciendo su fuerza casi imperceptible para aquellos de quienes se alimentan.

Un mosquito alimentado que ha doblado su peso no despega igual

En resumen, el mosquito despega de una manera tan suave y sin ejercer apenas fuerza sobre la piel del huésped, que raramente son detectados. No despegan rápido como hacen las moscas, se toman su tiempo pero les funciona. La selección natural ha favorecido un mecanismo de despegue que los hace casi imposible de detectar. ¿Es siempre así?

Despegue de un mosquito tigre España Valencia Barcelona

Fig. 2. Trayectorias de despegue de algunos de los mosquitos filmados durante el experimento de Mujire et al. (2017). Las trayectorias negras pertenecen a mosquitos que no han sido alimentados, las trayectorias rojas a mosquitos que han sido alimentados con sangre. Obsérvese el ángulo de despegue en ambos grupos. Fuente: Mosquito Alert ((CC-BY-NC-2.0)

 

Sin embargo, alimentarse y duplicar o triplicar su peso tiene un coste. Los individuos alimentados fueron más lentos que los no alimentados. Casi una quinta parte más lentos. Y su ángulo de ascenso también fue menor, un 28% menos que el de los no alimentados (Fig. 2). No les cuesta tanto moverse como a nosotros después de un gran banquete o una cena de año nuevo, pero el peso y volumen ganado afecta su capacidad de despegue haciéndolos más susceptibles a ser cazados.

Es ese punto en el cual, de vez en cuando, conseguimos acabar con alguno de ellos. Aunque por regla general, nos detectan, se alimentan con nuestra sangre y luego se van tan sigilosamente como llegaron. No nos enteramos de su acción hasta que empieza el escozor de la picada.


Referencias:

Bomphrey RJ, Nakata T, Phillips N, Walker SM. (2017) Smart wing rotation and trailing-edge vortices enable high frequency mosquito flight. Nature 544: 92-95

Mujires FT, Chang SW, van Veen WG, Spitzen J, Biemans BT, Koehl MAR, Dudley R. (2017) Escaping blood-fed malaria mosquitoes minimize tactile detection without compromising on take-off speed. Journal of Experimental Biology 220: 3751-3762

Roitberg BD, Mondor EB, Tyerman JGA. (2003) Pouncing spider, flying mosquito: blood acquisition increases predation risk in mosquitoes. Behavioral Ecology 14: 736-740