Este año la llegada de los mosquitos ha coincidido con la llegada del libro de «Historia de las moscas y de los mosquitos», de Arpa editores. Es una obra que integra biología, historia, medicina y entomología para explicar cómo estos insectos han afectado la historia de la humanidad. Además de hacernos la vida imposible, tienen la capacidad de transmitirnos enfermedades. Moscas y mosquitos son animales pequeños, voladores, con un rápido ciclo de vida y presentes en cualquier parte del planeta desde hace millones de años.

Xavier Sistach es de Barcelona. Mientras estudiaba Biología descubrió su gran pasión por el conocimiento de la biodiversidad y las especies, sobre todo de insectos. Actualmente trabaja en el ámbito comercial, pero desde hace cerca de 40 años dedica sus ratos de tiempo libre a viajar y divulgar la historia y la ciencia desde el punto de vista de cómo los insectos han afectado la vida humana. «Historia de las moscas y de los mosquitos» es su tercera obra.

Xavier Sistach. Foto: Helena Palau

Xavier Sistach. Foto: Helena Palau

Ni biólogo, ni médico, ni historiador, pero un gran divulgador. ¿Cuándo decidiste escribir sobre la entomología y la historia del ser humano?

Mi pasión por los insectos es una afición que tengo desde que era muy joven. Cuando iba a la escuela empecé a interesarme por los insectos. Tenía un profesor de ciencias naturales que nos hacía hacer colecciones de minerales, conchas o insectos. Esto me gustaba mucho y además él me ayudó a descubrir que esto era mi gran pasión. Entonces empecé a estudiar Biología pero vi que no me gustaba. A mí me gustaban los insectos y me seducían los nombres científicos y la taxonomía. Mi deseo era viajar y ver los animales y la naturaleza en su ambiente. Así que me puse a trabajar y aprender idiomas y viajé por todo el mundo, sobre todo en lugares tropicales para poder observar la biodiversidad de insectos, identificarlos y coleccionarlos. De hecho, tengo una colección de más de 20.000 especies de insectos de diferentes lugares del mundo. Después, a medida que iba conociendo países, culturas y nuevas especies de insectos tuve interés por la relación entre estos animales y la vida humana.

Hasta llegar al punto de transformar tu «hobby» en grandes obras de divulgación.

A lo largo de los años mi afición de naturalista o experto en historia antigua de los insectos ha ido evolucionando hasta que tuve la necesidad de plasmarlo en libros. Me gusta agrupar ciencia e historia, y eso es lo que hago en mis obras. Pienso que la gracia consiste en mezclar estas disciplinas porque rara vez se hace así. Para decirlo de una manera, muy pocos historiadores se han dedicado a la ciencia y sólo algunos científicos se han dedicado a la historia, y creo que es muy importante mezclar ambas disciplinas para relacionar y comprender los hechos.

¿Por qué un libro sobre moscas y mosquitos?

El libro de «Historia de las moscas y de los mosquitos» es una segunda parte de los libros que he publicado anteriormente «Insectos y hecatombes» (2012), en el que hablaba de piojos y pulgas, y el de «Insectos y hecatombes II «(2014), en el que hablaba de moscas, mosquitos, garrapatas y chinches. Son dos libros muy extensos que remarcan las enfermedades que transmiten estos insectos y qué efecto han tenido a lo largo de la historia de la humanidad. Tiempo después se me pidió si podía hacer un libro sólo de las moscas y los mosquitos, ya que son nuestros compañeros diarios, y así lo hice. La relación entre el hombre y el insecto y su efecto es casi siempre negativa. A lo largo de la historia los insectos han provocado muchas muertes. Antes moría mucha gente por enfermedades transmitidas por vectores, no siempre de manera directa, pero la gente enferma quedaba tan debilitada que no sobrevivía mucho si además padecían alguna otra enfermedad.

Foto: Marina Torres

Foto: Marina Torres

¿Cómo te has documentado para escribir los libros?

Documentarse lleva mucho trabajo, pero hoy en día es un privilegio. Podríamos definir la informática como el fuego o la rueda, inventos humanos con gran trascendencia. Gracias a Internet y la digitalización de los libros antiguos se ha democratizado absolutamente el conocimiento. Se puede acceder fácilmente a las grandes obras científicas y en todas las publicaciones científicas. En especial me gusta mucho esta página web www.biodiversitylibrary.org donde hay miles de libros relacionados con la historia natural, además de los artículos científicos que se publican desde 1830.

«Por qué existen las moscas y los mosquitos» es una pregunta bastante recurrente, sobre todo cuando nos molestan.

Preguntémonos por qué existen los perros o los gatos, o nosotros mismos los humanos. Todo es azar. A lo largo de la historia de la vida han existido muchísimas especies y muchísimas han desaparecido. No nos gustan las moscas y los mosquitos porque sabemos que nos perjudican. Antiguamente no se sabía que transmitían enfermedades, aunque ya se les trataba como seres malos. Ver que un animal te chupaba sangre no podía ser bueno de ninguna manera. Los grandes autores y filósofos ya hablaban de los insectos en sus obras y los consideraban animales nocivos. Por ejemplo, en la leyenda del Arca de Noé se dice que hubo una fuga de agua a causa de un choque con una roca. Noé pidió a una serpiente que llevaba a la nave que se enrollara y taponara el agujero para que no entrara más agua y así poder salvar el barco. La serpiente lo hizo, pero a cambio de comida. Gracias a la serpiente el Arca se salvó, pero Noé no cumplió la promesa porque no podía dar animales del arca a la serpiente para comer, ya que precisamente debía preservarlos. La serpiente, enfadada, quemó el contrato y de las cenizas se dice que salieron pulgas, piojos, moscas, mosquitos, etc. Una maldición eterna.

Hay insectos que sin nosotros, los humanos, no podrían vivir porque son dependientes. ¿Crees que nos falta ser más conscientes de que somos parte de la naturaleza?

En el caso de los mosquitos, existen muchas especies y sólo muy pocas necesitan la sangre humana. Muchas especies de mosquito pican a mamíferos u otros animales, aves con preferencia, los que encuentran y pueden, que no son exclusivos de los humanos. Por ejemplo, las pulgas picaban principalmente a las ratas y luego, si podían, también a las personas porque al final vivían en el mismo ambiente. Y así es como se transmitía la peste bubónica. Lo que ha pasado con los mosquitos y otros insectos es que en muchos hábitats hay más humanos que otros animales y, por tanto, hemos sido una fuente de sangre fácil de conseguir. Lo somos ahora para el mosquito tigre, por ejemplo. Otros, a lo largo de la evolución, han llegado al punto de depender exclusivamente de lo humano hasta el punto de no poder sobrevivir fuera de él, como el piojo.

Los mosquitos y las moscas han sido los responsables de grandes epidemias en el planeta. En tu libro citas que «las epidemias de peste, tifus y fiebre amarilla y han provocado más muertes que todas las guerras juntas»; y el paludismo (la malaria) más que estas tres. Y hoy en día aún se dice que «el mosquito es el animal más mortífero de todo el mundo». 

Hace unos 130 años no se conocía nada de los vectores ni de las enfermedades. No se podían creer que un mosquito pudiera transmitir ningún patógeno porque lo que sólo veían era la persona ya enferma. Por tanto, no se podía luchar contra lo que no se sabía el papel del vector. Además, el gran problema de las epidemias que hubo hace siglos era que los humanos comenzaron a colonizar nuevos territorios y se llevaron, accidentalmente, las enfermedades y los vectores a otros sitios. Así aparecieron enfermedades nuevas en lugares donde antes no estaban. Aun así, los romanos ya habían constatado que el mosquito hacía enfermaron las personas. También se han encontrado otros escritos antiguos que hablaban de ello. Pero el problema era que no había conexión y este conocimiento no trascendía. Las personas lo pensamos todo con mentalidad humana, pero la naturaleza no es humana, por eso no éramos capaces de entender estos mecanismos y gran parte de los hechos se atribuían a hechos religiosos.

Hasta que la ciencia se impuso a la divinidad.

A finales del siglo XIX y principios del XX hubo muchos avances científicos que cambiaron la vida de las personas y fue entonces cuando se fue descubriendo la relación entre los insectos y los patógenos que transmitían. Antes se pensaba que las enfermedades eran castigos de Dios, de lo cual se aprovechó mucho la Iglesia y marcó una mentalidad particular en el hombre. De hecho, el ateísmo coge fuerza y se extiende a principios del siglo XX, justo cuando los misterios de estas enfermedades se desvanecen y se toma conciencia de que Dios, si existe, no castiga a nadie. Tampoco había insecticidas, no se sabía cuál era la manera de hacerles frente.

Durante tus viajes, ¿has podido ver las diferencias entre países que hacen que algunos aún no se salgan de las epidemias?

Viajar es necesario para entender el mundo y ver cómo funcionan muchas cosas de la vida en otros lugares. El principal problema es que los países con pocos recursos no pueden hacer frente a ciertos brotes o epidemias. No pueden atender a todos los enfermos y una buena parte, la mayoría, acaba muriendo. Desgraciadamente, no son países que puedan estimular como cabría la investigación y la implantación de los recursos necesarios.

Xavier Sitach en uno de sus viajes a Hattusas, Turquia.

Xavier Sitach en uno de sus viajes a Hattusas, Turquia.

 

Recientemente hemos iniciado una colaboración con el Instituto de Investigación de Valle de Hebrón y otros organismos implicados con la salud pública y el control de mosquitos para integrar la información de todas las bandas y poder tener un mayor control de los casos de enfermos por virus transmitidos por mosquitos (Zika, Dengue, Chikungunya, fiebre amarilla y malaria). ¿Cómo ves el papel de las nuevas tecnologías en esta lucha?

Las nuevas tecnologías son vitales, estamos en un mundo de intercomunicación y deben servir para alertar, no para alarmar. Por el momento, prácticamente no ha habido ningún caso autóctono de transmisión de estas enfermedades en España, que se dé un caso de transmisión no es algo tan fácil. Cada año llegan cientos de enfermos, ya pesar de tener el vector en nuestra casa, no se produce la transmisión. Para que haya una epidemia grave debería haber muchos mosquitos circulando con los virus y muchos enfermos contagiados. En el caso del mosquito tigre la tecnología y la ayuda ciudadana puede ayudar mucho, ya que mantener su población estable supone un gran coste económico. Creo que actualmente, para la gente la principal preocupación no son las enfermedades que pueda transmitir sino la calidad de vida para las molestias diarias de las picaduras.

Actualmente en España estamos en alerta por si llega el mosquito de la fiebre amarilla, el Aedes aegypti. De hecho, el año pasado se detectaron ejemplares puntuales en Canarias. ¿Crees que aún falta conciencia social sobre el peligro que supone la llegada de nuevas especies vectores de enfermedades?

Desde que los humanos hemos sido capaces de viajar y comercializar, siempre ha habido animales que se han movido de un lado a otro del planeta. En Barcelona, ​​por ejemplo, ya hubo una grave epidemia de fiebre amarilla en 1821, donde murieron alrededor de 20.000 personas. En aquella época llegaban barcos de América, sobre todo Cuba y Veracruz, con personas enfermas y mosquitos infestados. Una vez en Barcelona, ​​las cuarentenas no siempre fueron eficaces, había muchos intereses en descargar las mercancías y en rentabilizar los viajes de los barcos. El caso es que el mosquito transmisor, el Aedes aegypti, ya debería vivir en Barcelona de manera habitual. Si no fuera así no se entendería una epidemia tan grande y que se prolongó varios meses. Paradójicamente, este mosquito no vive con nosotros, tampoco sabemos cuándo llegó ni cuando desapareció ni por qué.

Mosquito de la fiebre amarilla (Aedes aegypti). Mark Yokoyama (CC BY-NC-ND 2.0)

 

Queda claro que historia y ciencia deben ir juntas. Es necesario saber de dónde venimos para saber quiénes somos y qué necesitamos, para no volver a cometer errores o sencillamente aprender.

Si no hay pasado, no hay presente ni futuro. Es imposible ser experto en todo pero es bueno y necesario tener un conocimiento transversal, una visión general de las cosas y abrir la mente. El pasado ilumina mucho, porque muchas cosas, sobre todo hechos humanos, se van repitiendo. Creo que el principal problema de hoy en día es la falta de curiosidad. Mucha gente ya no quiere saber, y si aprender supone hacer un pequeño esfuerzo, aún menos. Estamos acostumbrados a obtener un beneficio rápido e inmediato con pequeños placeres, por eso el móvil está tan integrado en nuestra vida. Hace falta explicar que aprender también conlleva un gran placer. Tener curiosidad por saber algo y descubrirla después haberte esforzado, no es como un orgasmo pero, ¡se le parece!

¿Qué nos hace falta para despertar el espíritu de la curiosidad entre la gente?

Hay muchos jóvenes que tienen mucho talento y no lo saben. Para que esto ocurra hace falta un iniciador, un maestro, una persona que sepa mucho de un tema y que sepa transmitir su pasión. Tanto la historia como la ciencia tienen que explicar de una manera amena y atractiva. El conocimiento debe transmitir con la emoción, con curiosidades y anécdotas que atrapen. Así, seguro que llegará a muchos. Y lo más importante, saber explicar a qué puede contribuir estudiar algo.

¿Crees que has podido hacer lo que realmente te gusta en la vida?

La vida es corta, los años pasan rápido y tenemos que hacer lo que nos gusta siempre que podamos. En mi caso, mi motivación para viajar siempre ha sido para observar la naturaleza y los insectos y conocer otras formas de cultura. Pero debemos tener presente que, a veces, para hacer lo que nos gusta, tenemos que «pagar un peaje».

¿Qué esperas de tus lectores?

Sencillamente espero que quien lea mis libros aprenda cosas que no sabía y se lo pase bien, el conocimiento da tranquilidad y también placer. Yo escribo porque tengo la necesidad de transmitir todo lo que me apasiona.

¿Cuál es el próximo libro que tienes pensado publicar?

Actualmente estoy escribiendo un libro sobre mujeres entomólogas que ha habido a lo largo de la historia. Quiero relatar las dificultades que tenían estas mujeres en épocas en que el hombre era «el que mandaba». De momento he encontrado una cuarentena, la mayoría entre el siglo XVII y el siglo XX. Todas ellas destacan por ser grandes naturalistas, ilustradoras, viajeras y coleccionistas. Sencillamente brillantes.

Xavier Sistach y Marina Torres.

Xavier Sistach y Marina Torres.