Los invertebrados en general son una fuente inagotable de curiosidades que hacen las delicias de periodistas y divulgadores, de forma muy especial por supuesto cuando se refieren al sexo. Por ejemplo, hay bichos que pueden cambiar de macho a hembra y viceversa según la temperatura del agua. O bien caracoles que vemos copular de forma aparentemente normalísima pero que resultan ser hermafroditas: se intercambian esperma como machos, y ambos quedan fecundados por el otro como hembras que también son.

Aedes albopicus. Foto: James Gathany (CDC) PD

Pareja de mosquitos tigre copulando (macho a la derecha, hembra a la izquiera). Foto: James Gathany/CDC (PD)

 

Sin llegar a estos extremos, los mosquitos tienen una vida sexual muy interesante, y el tigre no va a ser menos. Según nuestra percepción, los machos de mosquito no tienen un gran plan de vida ya que su función es únicamente sexual y su longevidad es, digamos, pobre (mientras que lo primero igual le hace gracia a alguno de nuestros lectores masculinos, seguramente lo segundo no tanto). Son más pequeños que las hembras y menos robustos.  Por ello, su desarrollo larvario es mucho más rápido, tardan menos tiempo en pasar de larva a adulto lo que implica que nacen aproximadamente un día antes que ellas. Y, ¿qué sucede durante esas 24 horas de soledad? Fácil, aunque sorprendente: en ese tiempo, los genitales de los machos rotarán sobre sí mismos unos 180 grados, de forma que lo que al nacer apuntaba hacia arriba, ahora se dirige hacia abajo. Sólo entonces, posicionados en esta forma, los genitales son realmente funcionales.

Así, las hembras que nacen del agua el día después de ellos, se encuentran con machos maduritos y ya listos para un amor frenético. ¿Frenético dijimos? Probablemente más para ellos que para ellas. Mientras que en su corta vida los machos pueden aparearse tantas veces como lo deseen, cada hembra sólo será fecundada por un único macho. Esto es así porque ella tiene un depósito de esperma en el abdomen, que se llena para siempre al perder la virginidad y que le servirá para fecundar todas las puestas de huevos que realice a lo largo de toda su vida (que será, como mucho, de alguna semana). Recordamos que son ellas las que nos pican y que lo hacen para poner los huevos, ¿verdad?.

Macho de mosquito tigre con los genitales visible en el extremo del abdomen. Foto enviada por un participante con la app. Créditos: Mosquito Alert CC-BY

Macho de mosquito tigre con los genitales visibles en el extremo del abdomen. Enviado por un participante con la app. Créditos: Mosquito Alert CC-BY

 

Resulta, pues, que aunque los machos del tigre sean polígamos a más no poder, cada una de las hembras resulta ser monógama. Y encima, lo es a la fuerza. Cuando el macho le ha transferido el esperma, también le inyecta una sustancia que cierra el conducto sexual y que impide que ningún otro macho pueda inyectar su esperma. Esta es una de esas conductas reproductoras que se interpretan evolutivamente como la competencia entre machos por la prevalencia de sus genes. Algo así como los machos de los leones, que al unirse con una nueva leona ya parida, parecen tener tendencia a eliminar los cachorros anteriores para favorecer su propio legado genético.

En resumen, los machos de Aedes albopictus tienen una vida corta pero intensa, mientras que las hembras son monógamas obligadas, viudas tempranas que conservan el esperma de su único amor para generar miles de larvas de un solo padre, a razón de un centenar por cada picadura.


¿Os gustó? en los próximos capítulos de esta serie levemente obscena:

  • ¿Cómo son los genitales de los mosquitos macho y para qué demonios sirve el Paraprocto?
  • ¿Pueden existir mosquitos transexuales a lo bruto, o sea, con medio cuerpo de cada sexo?