Cuando se acercaba a Babilonia, Nearco que había vuelto al Éufrates por el gran mar, dijo que le habían hablado algunos Caldeos, instándole para que Alejandro no entrara en Babilonia; pero éste no hizo caso, sino que continuó su marcha, y cuando ya tocaba a las murallas, vio muchos cuervos revoloteando y picoteándose los unos a los otros, de los cuales algunos cayeron frente a él”.

Así describió, a finales del siglo I, Plutarco la llegada de Alejandro Magno a Babilonia. Este pequeño fragmento del tomo V de su “Vidas Paralelas” llevó hace unos años al epidemiólogo, John Marr, y al experto en enfermedades infecciosas, Charles Calisher, a anunciar que habían dado con la causa de muerte del conquistador macedonio.

Tras hacerse con el trono de Macedonia, Alejandro derrocó al Imperio Persa y miró hacia el Este, llegando a invadir gran parte de la India. Dio lugar al imperio más vasto de la época, pero murió repentinamente en el año 323 a. C. en la ciudad mesopotámica de Babilonia, situada cerca de la actual Bagdad. Su muerte ha intrigado a los historiadores durante años, los cronistas de la época no mencionaron ninguna de las enfermedades endémicas de la región, sumiendo su muerte en un misterio. Autores modernos han sugerido distintos tipos de intoxicaciones, gripe, malaria y fiebre tifoidea como posibles causas. Todas ellas basadas en los diferentes documentos que describen la enfermedad que le afectó durante dos semanas hasta su muerte.

Hace unos años, Marr y Calisher aportaron una nueva sugerencia: Alejandro Magno fue víctima de una encefalitis producida por el virus del Nilo Occidental o West Nile, en su nombre en inglés. Una fiebre, que en la actualidad es común en partes de África, Asia occidental y Oriente Medio, aunque cada vez se detectan más casos en Europa y Estados Unidos. El virus es albergado principalmente por aves, siendo los mosquitos los que lo transmiten de un individuo a otro, o de una especie a otra, pudiendo en ocasiones transmitirlo a los humanos o caballos y otros équidos.

Cuervos muertos: ¿mal presagio o síntoma de la fiebre del Nilo Occidental?

Su muerte tuvo lugar a finales de primavera. Babilonia, ubicada en el río Éufrates, limitaba al este con un pantano. Las aves y los mosquitos debían ser abundantes, como lo son en otras zonas pantanosas.

El texto de Plutarco es el que dio la pista a ambos investigadores, para sugerir la fiebre del Nilo Occidental como causa de su muerte (Fig. 1). La escena de cuervos volando frenéticamente, con colisiones e individuos cayendo muertos, los llevó a pensar en el virus del Nilo Occidental. De entre las aves, el virus afecta principalmente a córvidos. La familia de aves a la que pertenece los cuervos, son particularmente susceptibles al patógeno, siendo algunas de sus especies las responsables de su propagación. El virus se transmite de un ave a otra y, de vez en cuando, algún mosquito puede transmitirlo a persona y caballos (Fig. 2). Humanos y caballos pueden enfermar, pero no pueden transmitir el virus, a diferencia de las aves. Desde el punto de vista del virus, infectar a una persona es un camino sin salida, a diferencia de infectar aves.

Alejandro Magno virus Nilo Occidental mosquito muerte

Fig. 1. La escena de los cuervos en la entrada de Babilonia es la que sugiere que estas aves podían estar infectadas con el virus del Nilo Occidental y acabar infectando a Alejandro Magno.

 

Además del texto de los cuervos, Marr y Calisher comprobaron su idea mediante un programa de diagnóstico en línea: GIDEON (Global Infectious Diseases and Epidemiology Network). Al introducir los síntomas descritos en los textos de la época sobre la muerte de Alejandro (infección respiratoria, trastorno hepático, erupciones cutáneas, etc…) junto al de las aves, la respuesta obtenida por el programa fue sólo una: fiebre del Nilo Occidental.

Obviamente, no todos los autores han aceptado esta versión. Algunos argumentan que los síntomas de infección por virus del Nilo Occidental son generalmente leves, similares a la gripe, y la mayoría de las personas se recuperan a los pocos días. La enfermedad puede complicarse para ancianos y personas con el sistema inmune debilitado, requisitos que no parece cumplir un joven Alejandro Magno de 32 años que había conquistado un imperio tan grande.

Pero más allá de si Alejandro pudo o no estar suficientemente debilitado como para que se complicara la infección, otros investigadores aportaron otros datos para dudar de la fiebre del Nilo Occidental como causa de su muerte.

¿Existía el virus del Nilo Occidental en la época de Alejandro?

Los autores, Marr y Calisher, daban por sentado que el virus, endémico en Oriente Medio, debía llevar, no sólo siglos, sino milenios, circulando entre el Tigris y el Éufrates, e igual que las aves se vieron afectadas por el virus, Alejandro pudo contraer la enfermedad por la picada de un mosquito.

ciclo del virus del Nilo Occidental

Fig. 2. Ciclo del virus del Nilo Occidental que se mantiene por la transmisión entre aves a través de mosquitos, principalmente Culex. En ocasiones los mosquitos infectados pueden transmitir el virus a personas y caballos.

 

Pero esta hipótesis no parece cumplirse a vista de los estudios genéticos sobre dichos virus. Un estudio sobre el análisis del tiempo de divergencia entre distintos flavivirus (el grupo al que pertenece el virus del Nilo Occidental y el dengue), estima que el virus, que supuestamente mató a Alejandro, apareció hace 1043-1274 años, es decir, más de mil años después de su muerte. Otros trabajos apuntas a que algunas de las líneas modernas del virus emergieron hace 300-400 años.

Los virus evolucionan rápido, ello no lo solo dificulta que, basándonos en los efectos de los virus actuales, podamos inferir que virus o síntomas padecieron los antepasados de miles de años atrás. Sino también, que se puedan datar correctamente en que momento divergieron unos virus de los otros. Las tasas de sustitución son fiables para los eventos de divergencia más recientes, pero pierden fiabilidad a medida que se va atrás en el tiempo. Es posible que, en la Babilonia de Alejandro Magno, hace 2.500 años, ya circulase un flavivirus ancestral, pero ¿se puede afirmar que era el mismo que el actual virus del Nilo Occidental?

La muerte de Alejandro Magno seguirá siendo un misterio a menos que un día se encontrases sus restos, otro misterio tan grande como el de su muerte para arqueólogos e historiadores. Pero el debate desatado a partir del trabajo de Marr y Calisher añadió un punto importante al tema: atender a los detalles del ambiente al diagnosticar una enfermedad, preguntarse cómo era el clima, la fauna y su comportamiento, si hay descripciones sobre ello. Hoy sabemos que nuestra salud está íntimamente ligada con la de otros animales y los ecosistemas.

 


Referencias:

Cunha BA. 2004. Alexander the Great and West Nile Virus Encephalitis. Emerging Infectious Diseases 10: 1328-1333

Galli M, Bernini F, Zehender G. 2004. Alexander the Great and West Nile Virus Encephalitis. Emerging Infectious Diseases 10: 1328-1333

Mackenzie JS, Gubler DJ, Petersen LR. 2004. Emerging flaviviruses: the spread and resurgence of Japanese encephalitis, West Nile and dengue viruses. Nature Medicine 10: S98-S109

Marr JS, Calisher CH. 2003. Alexander the Great and West Nile Virus Encephalitis. Emerging Infectious Diseases 9: 1599-1603

May FJ, Davis CT, Tesh RB, Barrett. 2011. Phylogeography of West Nile virus: from the Cradle of Evolution in Africa to Eurasia, Australia, and the Americas.

McMullen A, Albayrak H, May FJ, Davis CT, Beasley DWC, Barrett ADT. 2013. Molecular evolution of lineage 2 West Nile virus. Journal of General Virology 94: 318-325

Pearson H. 2003. West Nile Virus may have felled Alexander the Great. Nature news031124-11

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