Los Humedales del Empordà: un laboratorio natural para entender la transmisión del virus del Nilo Occidental
Los Humedales del Empordà (en catalán: Aiguamolls de l’Empordà) no son solo un enclave paradisíaco, ni un refugio para aves migratorias, sino también un laboratorio al aire libre donde, en colaboración con el Parque Natural y el Servicio de Control de Mosquitos Badia de Roses y Baix Ter, se estudia la circulación del virus del Nilo Occidental entre aves, mosquitos y personas.
Cienciaciudadana para entender las redes de transmisión de enfermedades
Desde Mosquito Alert, promovemos el uso de la ciencia ciudadana para identificar y monitorizar los mosquitos transmisores de enfermedades. Con los datos aportados por la población, además de implementar un sistema de alertas (cuando se detectan mosquitos en zonas donde no se conocía su presencia), también los trabajamos científicamente para estudiar la relación entre las personas y los mosquitos.
Con este objetivo, formamos parte de diferentes proyectos de investigación, entre ellos E4Warning, coordinado por Frederic Bartumeus, codirector de Mosquito Alert e investigador del CEAB-CSIC, que tiene como objetivo desarrollar sistemas de alerta temprana frente a enfermedades transmitidas por mosquitos en zonas endémicas y emergentes.
Una de las tareas en el marco de este proyecto consiste en combinar los datos de ciencia ciudadana con datos obtenidos en el campo para poder hacer predicciones sobre enfermedades transmitidas por mosquitos, como la fiebre del Nilo Occidental.
¿Qué conexiones existen entre mosquitos, aves y humanos?
Las aves que realizan estancias en zonas húmedas como los Humedales, pueden estar infectadas con el virus del Nilo Occidental. La infección puede transmitirse de ave a ave a través de las picaduras de mosquitos, e infectar a otros animales, incluidas las personas, a través de las picaduras del mosquito común (el Culex pipiens). En este caso, no se trata de un mosquito invasor, sino de un mosquito autóctono que es capaz de transmitir el virus.
Una de las claves para predecir la propagación del virus es entender qué mosquito pica, a quién, cuándo y dónde. Para profundizar acerca de estas interacciones, el equipo científico estudia la red de picaduras mediante el seguimiento y estudio de los mosquitos presentes en la zona a lo largo de toda la temporada.
Con la instalación de trampas para capturar mosquitos adultos, trampas de reposo y aspiradores diseñados y cedidos por Nathan Burkett-Cadena, investigador de renombre de la Universidad de Florida, se muestrean los mosquitos, y posteriormente se identifican las especies presentes y su abundancia. En concreto, de estos mosquitos se analiza cuántos son hembras y cuántas contienen sangre. Ya en el laboratorio, se estudia a quién han picado mediante el análisis genético de la sangre ingerida. Esto permite reconstruir la red de interacciones entre especies y detectar posibles rutas de transmisión.
Las aves como reservorios del virus
Muchas aves migratorias pueden actuar como reservorios naturales del virus, manteniéndolo activo durante sus rutas. Por ello, se realizan recorridos de campo para identificar las aves de la zona y se complementan con dispositivos acústicos (como los AudioMoth) para grabar sus cantos, que son identificados automáticamente con inteligencia artificial (BirdNet). También se realiza seguimiento GPS de algunas aves para entender sus desplazamientos e incluir este movimiento en las predicciones.
Esta investigación también tiene en cuenta datos ambientales como la temperatura, la humedad, el uso del agua y cómo la actividad humana produce una exposición diferencial a enfermedades y contribuye a la propagación de mosquitos invasores y enfermedades. Todo esto ayuda a entender cómo y por qué el virus puede saltar de un entorno natural a uno más urbano.
Hacia un sistema de alerta precoz
Todos estos datos se integran en modelos computacionales que permiten simular escenarios de riesgo y anticipar posibles brotes. Desde el proyecto E4Warning, esta investigación representa un paso adelante hacia la construcción de sistemas de alerta temprana más precisos e integrados. Combinando datos ambientales, seguimiento de aves, muestreo de mosquitos y ciencia ciudadana, podemos entender mejor cómo se transmiten las enfermedades. Es un ejemplo de cómo la colaboración entre investigación, gestión del territorio y participación social puede dar respuesta a los retos globales de salud y cambio ambiental.
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