Las hembras de mosquito son las únicas que pican, lo hacen para obtener de la sangre las proteínas necesarias para el desarrollo de los huevos. Sí, nuestra sangre sirve para dar lugar a una nueva generación de mosquitos. Pero un trabajo reciente sugiere que la sangre también puede actuar como un refrigerio para los mosquitos en periodos secos y cálidos.

El estudio, publicado en Scientific Reports, ha encontrado que los mosquitos expuestos a ambientes secos, con un mayor nivel de deshidratación, son más agresivos que los que se encuentran bien hidratados. Los mosquitos deshidratados se aventuran más a posarse sobre un huésped, pican y se alimentan de sangre con más frecuencia que el resto. Los científicos creen que durante los periodos de sequía puede aumentar el riesgo de transmisión de enfermedades. A más picadas más riesgo de transmisión.

La idea de que en los periodos secos pueda haber más casos de infección parece contradictoria dada la gran dependencia de los mosquitos por el agua. La mayoría de ellos depositan sus huevos en puntos de agua donde se desarrollan las larvas. Así, el clima condiciona mucho la cantidad de mosquitos, aumentando su número tras las lluvias, una vez que hay agua estancada en abundancia donde pueden reproducirse. Esta relación entre las condiciones climáticas y la cantidad de mosquitos también se ha establecido entre las enfermedades transmitidas por los mosquitos. Uno espera que a más lluvias más mosquitos y más enfermedades transmitidas por los mosquitos. Pero los datos no siempre confirman estas expectativas.

Las sequías originan grandes episodios epidémicos de la fiebre del Nilo Occidental

En el caso de la fiebre del Nilo Occidental, se ha visto que los episodios epidémicos son mayores en los años de sequía. Los autores del estudio creen que sus observaciones pueden explicar porque en ocasiones las epidemias tienen lugar durante los períodos de sequía.

Para estudiar como las sequías y la deshidratación alteran la fisiología y conducta de los mosquitos diseñaron un experimento que comprobaron en tres especies de mosquito. Las especies evaluadas fueron: (1) Culex pipiens, el mosquito común que en Estados Unidos pude transmitir el virus del Nilo Occidental, (2) Aedes aegypti o mosquito de la fiebre amarilla, que también puede transmitir el dengue, la chikungunya y la fiebre de Zika, y (3) Anopheles quadrimaculatus, un mosquito de la costa atlántica norteamericana capaz de transmitir la malaria.

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Fig. 1. Esquema del huésped artificial con membrana de colágeno usada para estudiar las tasas de picada de los mosquitos a distintos niveles de deshidratación. Figura inspirada en el original de: Hagan et al. (2018) Scientific Reports 8: 6804. Fuente: Mosquit Alert (CC-BY-NC-2.0)

 

Los investigadores expusieron cientos de mosquitos de cada especie a distintas condiciones de temperatura y humedad para generar individuos con diferentes niveles de deshidratación. En el experimento incluyeron otro factor, pues algunos mosquitos tenían acceso a agua o néctar con el que hidratarse mientras que otros no tenían acceso a ningún tipo de líquido. Pasado un tiempo en estas condiciones se analizaba su efecto en la conducta del mosquito. Para ello se ofrecía a los mosquitos un huésped artificial hecho con una membrana de colágeno a una temperatura de 37°C, cubierta de sudor artificial para atraer al mosquito, que contenía sangre de pollo (Fig. 1).

Los mosquitos sedientos pican más

Al cuantificar las veces que aterrizaban sobre el huésped artificial y se alimentaban del mismo, vieron que el número de picadas era más elevado entre los mosquitos deshidratados que además no habían tenido acceso a agua o néctar. Sólo el 10 por ciento de los mosquitos con acceso a agua aterrizaban y picaban al huésped, mientras que entre los mosquitos privados de agua fue el 30 por ciento. Los mosquitos en condiciones que recreaban una sequía picaban mucho más que los otros mosquitos (Fig. 2).

Los sensores de los que disponen los mosquitos para detectar a un huésped, hace que en el caso de estar sedientos les resulte más fácil detectar a un huésped que localizar un punto de agua o el néctar de las flores con los que hidratarse. Las tasas más alta de transmisión del virus del Nilo Occidental observadas durante las sequías podrían deberse a que los mosquitos usan la sangre para reemplazar el agua que pierden.

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Fig. 2. Los mosquitos que recreaban una situación de sequía con niveles de deshidratación altos pican más que los mosquitos bien hidratados. Figura inspirada en el original de: Hagan et al. (2018) Scientific Reports 8: 6804. Fuente: Mosquit Alert (CC-BY-NC-2.0)

 

Conocer las condiciones climáticas que alteran el comportamiento de picada de los mosquitos tiene aplicaciones prácticas al poderse incorporar en los modelos matemáticos epidemiológicos. La abundancia de mosquitos es un factor importante a tener en cuenta en estos modelos, pero estudios como éste demuestran que los factores ambientales alteran la interacción mosquito-humanos de manera que el riesgo de transmisión puede variar con el clima.

El aumento de picadas para saciar la sed no es el único mecanismo que puede explicar la relación entre los periodos de sequía y las epidemias. Otros estudios han encontrado que durante las sequías hay menos puntos de agua y recursos, lo que favorece que animales y mosquitos entren en contacto más fácilmente, favoreciendo la transmisión de enfermedades. Además, en los pocos puntos de agua existentes se da una mayor concentración de nutrientes necesarios para el desarrollo de las larvas. En estos ambientes temporales y efímeros la proliferación de mosquitos es posible gracias a la ausencia de sus grandes depredadores que habitan ambientes acuáticos permanentes. Los periodos de calor y sequía no sólo afectan a los depredadores de los ambientes acuáticos sino también a los depredadores potenciales de los mosquitos adultos, permitiendo que sus poblaciones sean más grandes.

En definitiva, que los periodos de sequía puede favorecer la proliferación de algunas especies de mosquitos, pero sobretodo hacer que los mosquitos se vuelvan más agresivos para hidratarse a consta de la sangre de un huésped. El aumento de las temperaturas causado por el calentamiento global podría provocar períodos más frecuentes y más largos de sequía en zonas en las que los mosquitos son una amenaza para la salud humana.

 

Referencias:

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