Las hembras de los mosquitos dependen del complejo cóctel de olores que emiten los humanos y otros animales para detectarlos y alimentarse de su sangre. La necesitan para nutrir sus huevos. Detectar a su presa es esencial para su reproducción. Los insectos captan los olores a través de las neuronas olfativas ubicadas principalmente en sus antenas. Sus antenas, por tanto, hacen de narices, detectan los olores, los descodifican y transmiten la información al cerebro.
Experimentos realizados en los últimos años han demostrado que el mosquito de la fiebre amarilla (Aedes aegypti) tiene una especial predilección por los olores humanos. Un nuevo experimento ha empleado la técnica de edición genética CRISPR para desactivar los receptores del olor humano en las neuronas olfativas de las antenas de mosquitos de la fiebre amarilla. El resultado obtenido ha sido algo totalmente inesperado.
Los investigadores esperaban que eso evitaría la detección del olor humano, y por tanto las personas podrían ser “invisibles” a los mosquitos modificados alterados, pero no se cumplieron las expectativas. De hecho, al medir su actividad neuronal al exponerlos a olores humanos, comprobaron que los insectos modificados seguían detectando el olor.
Las múltiples «narices» de los mosquitos
Los autores sospechan que los olores activan otros receptores en las neuronas olfativas que hasta ahora no se habían detectado. De hecho, al analizar la actividad celular mediante análisis de ARN descubrieron que una sola neurona podría utilizar múltiples tipos de receptores, y que el olor humano activaba otros receptores al haberse desactivado los que se conocían. Algo similar se ha observado en el caso de la mosca de la fruta (Drosophila melagonaster), una complejidad de las neuronas implicadas en el olfato que está cambiando el dogma de lo que se sabía sobre el sistema olfativo (Fig. 1).
El estudio ha permitido descubrir que los mosquitos son incluso mejores de lo que se pensaba detectando los olores humanos, y que disponen de “sistemas alternativos” que permiten que si uno de los receptores sufre una mutación, el animal pueda seguir utilizando otros receptores para lograr algo tan esencial como alimentarse de sangre y reproducirse. El trabajo también pone en relieve que prevenir las picaduras de mosquitos y la propagación de enfermedades mediante la edición genética de los mosquitos es muy complicado, y que deberían invertirse más recursos en crear trampas más eficientes y repelentes más eficaces.
Referencias
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Task D, Lin CC, Vulpe A, Affix A, Ballou S, Brbic M, Schlegel P, Raji J, Jefferis G, Li H, Menuz K, Potter CJ. 2022. Chemoreceptors co-expression in Drosophila melanogaster olfactory neurons. eLife doi.org/10.7554/eLife.72599